Coahuilense hasta los huesos...

Soy una afortunada por haber nacido en Coahuila, en el desierto del norte de México, por lo mismo mi felicidad es inmensa al llegar a mi tierra, en vacaciones, ya que la vida me trajo al centro del país, aquí me casé y .... llegaron las hijas. En un programa de tv en el que salió Enrique Martínez y Mtz. ese que decía " vamonos derecho" ( a la chingada decía LU), era precandidato del PRI a la Presidencia, dijo que los Coahuilenses somos de carácter fuerte ya que al nacer en el desierto las cosas no se nos dan fácil como en otras tierras, no hay mar para comer pescado gratis, o frutas solo para descolgar de un árbol, no, en mi tierra ni el clima ayuda, cuando hace calor el viento te quema, y en el invierno te congela hasta la voz. Habrá muchas personas que adoren el mar, la selva o trigales, yo amo el desierto, y más específica a COAHUILA.

No es frecuente que llueva, pero después de una lluvia prolongada, el olor a gobernadora(planta del desierto) te embriaga, si existe el cielo, ese será el olor.

No enumeraré los sitios para turistear, sino las situaciones cotidianas que provocan espasmos de felicidad, el olor a carne asada cuando empieza a anochecer, aunque no sea en el patio o la cochera de tu casa, aunque tengan cuidado, porque mi querido cuña´o, (esposo de LU) escucha la frase "huele a carne asada, alguien tiene reunión" dice: "perdón, ando malo de la panza, era yo", su intento de echarte a perder el momento no siempre surte efecto.

Las pláticas en las banquetas, con todas las vecinas, hasta entrada la madrugada en verano, te hablan del pasado y te preparan para el futuro, igual abarcas desde la crianza de los hijos hasta la filosofía de cada uno de los participantes.

Las tortillas de harina saliendo del comal en una noche fría, con toda tu familia alrededor, haciendo gala de creatividad pa´ ver que le embarras. Los chiles rellenos de picadillo, el arroz, los frijoles a la charra, los yukis y las cocas heladas (haga frío o calor) son manjares en mi tierra.

Un coahuilense, te habla de frente, directo, la mayoría de las veces hasta crees que están todos enojados, pero no, así se habla y lo que se dice, siempre se discute.

Mis hijas aborrecentes nacieron en Monclova, y aunque han vivido los últimos 10 años por acá, se sienten más norteñas que la cerveza Carta Blanca; por amor al norte no conocemos muchas ciudades de México, pues todas las vacaciones huímos para allá.

Apenas culminó nuestra última visita a Monclova, y dejando atrás Saltillo voy organizando la agenda para regresar.